Etiquetado: Miguel Rivera Dorado

Diego de Landa. Los vencedores escriben la historia

Fray Diego de Landa. Retrato de la galería de los obispos en la sala capitular de la catedral de Mérida, Yucatán

Fray Diego de Landa. Retrato de la galería de los obispos en la sala capitular de la catedral de Mérida, Yucatán | Fuente

Diego de Landa Calderón (Cifuentes, Guadalajara 1524-Mérida, Yucatán, 1579), franciscano, sacerdote, obispo de Yucatán, etnógrafo y cronista, fue uno de los personajes más trascendentes y polémicos de la conquista de América por los españoles. Perteneciente a una familia noble, recibió educación religiosa desde su infancia. Pisó suelo americano por primera vez en 1549 cuando, ya conquistada la región de Yucatán, fue muy solicitada la participación de misioneros en su colonización (que durante mucho tiempo fueron los únicos intelectuales en el Nuevo Mundo) para lidiar con las autoridades militares y los encomenderos que campaban a sus anchas.

Durante más de una década se dedicó a la educación y evangelización de los diferentes clanes indígenas, siguiendo una efectiva política enfocada al adoctrinamiento de los niños (establecidos en residencias próximas a los conventos), para que sirviesen como intermediarios con el resto de los suyos en la divulgación del catolicismo. Los padres, temiendo por el destino de sus pequeños, se mostraron reticentes en un principio a entregarlos a los frailes, enviando en ocasiones a niños esclavos o de baja condición social en lugar de a sus hijos. Pero con el tiempo, viendo que allí eran bien tratados y cuidados, consideraron que era mejor destino enviarlos allí y librarlos del duro trato de los colonos. Además de instruirlos en la fe católica, los niños eran educados en leyes, a fin de que su pueblo tuviese conocimiento de sus derechos respecto a las encomiendas, y con el objetivo de ocupar puestos en la administración en el futuro.

Como en otras partes del territorio americano, los encomenderos acusaban a los religiosos de hacer perder a sus esclavos un tiempo valioso para el trabajo mientras asistían a la iglesia, así como de promover la holgazanería. Tampoco les agradaba que los misioneros tuviesen potestad para regular el salario de los indios en las encomiendas. Tales enfrentamientos entre colonos y eclesiásticos llegó a precisar de la mediación de la autoridad para instar a los alcaldes designados en las ciudades a colaborar con los religiosos. Como solía pasar en suelo americano, una cosa eran las emisiones legales y otra su aplicación práctica, que muchos se resistían a cumplir. Muchos españoles renegaron de cualquier relación con los clérigos y se sublevaron en Valladolid, llegando a quemar el convento y la iglesia. Algunos fueron condenados por herejía por jueces católicos de la Inquisición, entre ellos el propio Landa. Con el paso del tiempo los papeles se invertirían, y cuando los frailes comenzaron a comportarse de forma más represora e inquisitiva, tanto con indios como con españoles, fueron los colonos y algunos eclesiásticos discordantes quienes reclamaron a las autoridades.

Diego de Landa fue ocupando diferentes cargos durante esta etapa. A su llegada a Yucatán fue ayudante del guardián de Izamal, en 1552 pasó a ocupar el puesto de guardián, en 1556 el de custodio de Yucatán y definidor de la Provincia, y en 1561 fue nombrado provincial, convirtiéndose en la mayor autoridad eclesiástica de la península (a falta de un obispo residente) además de ser desde al año anterior guardián del convento de Mérida y haber organizado la construcción de varios monasterios e iglesias. Su reputación iba en aumento y era considerado un hombre instruido, de gran inteligencia y sensatezAdemás de su labor evangelizadora, desde su llegada en 1549 los frailes franciscanos comenzaron también a estudiar la cultura autóctona. Fruto de este interés Landa comenzaría a preparar en 1553 su estudio sobre la región que finalizaría décadas más tarde.

Diego de Landa quemando ídolos. Mural de Leonardo Paz que escenifica el auto de fé de Maní.

Diego de Landa quemando ídolos. Mural de Leonardo Paz que escenifica el auto de fe de Maní | Fuente

El auto de fe de Maní de 1562

Landa y los suyos eran conscientes desde el principio de lo complejo que resultaría introducir el cristianismo en aquellos pueblos, aunque en los primeros años su labor transcurrió sin demasiados sobresaltos. El choque entre culturas terminó por explotar cuando tuvieron conocimiento pleno de las prácticas paganas que se seguían realizando y cómo muchos de los indígenas incorporaban la simbología cristiana recién adquirida a sus creencias ancestrales.

Así, la aparición del cadáver de un niño con señales de haber sido crucificado fue tomado como una corrupción de la liturgia de la cruzifixión de Cristo para adaptarla a sus sacrificios rituales. Más tarde algunos alumnos de la escuela mostraron a los frailes ídolos y huesos usados en rituales paganos. Y el descubrimiento en una cueva de altares cubiertos de sangre y un venado con el corazón arrancado prendió la mecha definitiva. En junio de 1562, respaldado por la autoridad civil, Landa decidió actuar con contundencia y lideró en nombre de la Inquisición una investigación que llenó las cárceles de idólatras. En Maní (en el idioma maya, «lugar donde todo pasó») se aplicaron todo tipo de castigos físicos y condenas y se quemaron numerosos documentos, ídolos y otros objetos sagrados de los indígenas. Diego de Landa lo justificaba así en su Relación de las cosas de Yucatán:

Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual sentían a maravilla y les daba pena» (1)

En la introducción que el mayista Miguel Rivera Dorado hizo para su edición de la mencionada obra, recuenta los daños:

Una famosa lista publicada por el doctor Justo Sierra en el siglo XIX sostiene que en Maní se rompieron o quemaron 5.000 ídolos de diferentes formas y dimensiones, 13 grandes piedras utilizadas como altares, 22 piedras pequeñas labradas, 27 rollos con signos y jeroglíficos, toneladas de libros y 197 vasijas de todos los tamaños» (2)

Para evitar la dolorosa penitencia y las elevadas multas, algunos indígenas se ahorcaron y muchos huyeron despavoridos, aumentando también las protestas de los encomenderos que veían reducida su mano de obra. Las consecuencias de este episodio fueron tan sonadas como la puesta en escena del mismo. Landa y el resto de implicados, incluido el alcalde mayor Diego de Quijada, comenzaron a sufrir presiones por todos los frentes. Las autoridades comenzaron a recibir una oleada de denuncias e informes negativos por parte de colonos influyentes y ciertos clérigos disconformes con los métodos expeditivos de Landa.

La persecución no fue demasiado efectiva a la hora de evitar que los indígenas practicasen sus cultos, simplemente a partir de entonces lo hicieron con mayor discreción. Sí que sirvió para fomentar los sentimientos anti-españoles y cimentar la imagen de Diego de Landa que la mayoría tiene actualmente de su figura histórica: la de un inquisidor tiránico y cruel, de comportamiento contradictorio, cuya nefasta decisión borró del mapa innumerables fuentes documentales para el estudio histórico de las culturas precolombinas. También los hay a su favor, aquellos que alegan que los procedimientos de Landa fueron exagerados por sus enemigos y no eran nada comparados con los que se aplicaba a los herejes en España, que sin mas consideración solían ir directos a la hoguera; y que no fue el único personaje responsable de la destrucción de la herencia cultural maya, pues además del episodio de 1562 se destruyeron gran cantidad de manuscritos durante varias décadas del siglo XVI en todo Yucatán.

En 1563 Diego de Landa renunció a su cargo y se vio obligado a abandonar Yucatán. Más tarde regresó a España para ser juzgado, no sin complicaciones: pasó un año enfermo en Santo Domingo y durante el viaje su embarcación estuvo a punto de ser capturada por piratas berberiscos. Tras varios años de deliberación fue absuelto en 1569 por un tribunal del Consejo de Indias, ya que a todos los efectos legales tenía la autoridad para hacer lo que hizo. Después de todo, él también contaba con el apoyo de personajes influyentes, entre ellos el rey Felipe II. El obispo Francisco de Toral, que lideró la acusación contra Landa, pidió disculpas y se retractó después del veredicto.

Relación de las cosas de Yucatán

Desde que regresó en 1564 permaneció durante casi diez años en España, periodo en el que siguió trabajando en su estudio sobre la cultura maya, su propia versión de la historia que él había destruido, una de las obras de referencia que en la actualidad tienen los antropólogos para el estudio de dicha cultura junto a los pocos códices que se conservan y las inscripciones en piedra. Aunque él mismo destruyó muchas de las fuentes documentales, antes de hacerlo las estudió con detalle y tomó notas, además de entrevistar a varios indígenas. Los mayas son considerados la más admirable de todas las civilizaciones americanas precolombinas, de una antigüedad milenaria que a la llegada de los europeos a finales del siglo XV se encontraba en plena decadencia. La obra de Diego de Landa es considerada como uno de los mejores trabajos de etnografía de las culturas autóctonas americanas por abarcar (unos más desarrollados que otros) casi todos los grandes temas de interés, entre los que se encuentran la geografía y el medio natural, la cronología y su calendario, la escritura jeroglífica, la religión, la historia, las costumbres, el arte y la arquitectura.

Aunque en su intento de descifrar los jeroglíficos cometió varios errores de interpretación (no debieron ser pocas las complicaciones y las confusiones surgidas durante el trabajo con su traductor, Nachi Cocom), sirvió de base para que investigadores posteriores se aproximasen a un mejor resultado. Especialmente importante fue el método fonético propuesto por Yuri Knorozov, que impulsó el estudio de este sistema de escritura que continúa siendo investigado. Gracias a su trabajo y al que muchos autores han hecho después, en la actualidad es posible interpretar este sistema de escritura con gran precisión. Es el único de los sistemas de escritura mesoamericanos que se ha conseguido descifrar.

Fragmento del manuscrito original de la Brevísima relación de las cosas de Yucatán

Fragmento del manuscrito original de la Brevísima relación de las cosas de Yucatán | Fuente

En abirl de 1571 fallece el obispo de Yucatán, Francisco de Toral. A finales de año Diego de Landa recibe por Real Cédula la propuesta para sucederle en el cargo. Al año siguiente es nombrado en Sevilla obispo de la archidiócesis de Yucatán y regresa al continente americano. Varios caciques y algunos de sus feligreses de la región ya habían solicitado al rey en más de una ocasión el regreso de Landa y sus antiguos compañeros. Al llegar a Mérida enfurece al comprobar que ninguno de los misioneros que ocupan el lugar que dejaron sus compañeros franciscanos tras el edicto de fe dominan la lengua maya, por lo que les ordena recibir clases sobre el idioma y la cultura local. Además traduce al maya y manda imprimir en México una catequesis cristiana.

Fue nombrado defensor de los indios por Felipe II un año antes de morir en 1579. Su famosa obra nunca fue publicada hasta que fue descubierta una copia del manuscrito en 1862 en la biblioteca de la Real Academia de la Historia en Madrid.

Citas

1 DE LANDA, Diego. Relación de las cosas de Yucatán. Edición, introducción y notas de Miguel Rivera Dorado. Madrid: Historia 16, 1992, p. 148.
2 Íbidem, p. 22-23.

Fuentes

DE LANDA, Diego. Relación de las cosas de Yucatán. Edición, introducción y notas de Miguel Rivera Dorado. Madrid: Historia 16, 1992.
ERSHOVA, Galina y KNOROZOV, Yuri. Diego de Landa como fundador del estudio de la cultura maya. Anales del Museo de América,  nº 2, 1994, pp. 21-32. Disponible aquí.